
Por Jhon Paul Santos Huancas
La educación es un derecho fundamental y una herramienta clave para el desarrollo social y económico de cualquier nación. Según la UNESCO (2015), el acceso a una educación de calidad es un objetivo prioritario dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), específicamente en el ODS 4, que busca garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos. Sin embargo, en muchas comunidades rurales del Perú, este derecho sigue siendo un desafío, y hablar de educación de calidad en estos contextos puede parecer una utopía.
Hablar de ruralidad nos enfrenta a una serie de prejuicios y mitos que, muchas veces, distorsionan nuestra percepción sobre lo que realmente significa. Estas ideas preconcebidas sólo se disipan cuando se conoce de cerca la realidad y se experimenta la vida en estos contextos, descubriendo que, lejos de ser una limitación, representa un desafío enriquecedor que solo aquellos con verdadera vocación y valentía deciden asumir voluntariamente.
Si la educación en sí misma es un desafío, la educación rural lo es aún más, pues implica romper barreras, superar adversidades y demostrar que, con la preparación adecuada, es posible transformar realidades. Sus frutos son evidentes: alumnos que se convierten en profesionales íntegros, ciudadanos comprometidos con el desarrollo de sus comunidades y agentes de cambio para el país.
Aristóteles afirmaba que: ἡ παιδεία κρείττων ἐφοδίου ἐστὶν ἐν γήρᾳ «la educación es el mejor provisionamiento para la vejez» (Ética a Nicómaco, Libro I), destacando que el conocimiento no solo es una herramienta para el presente, sino una inversión que fortalece el futuro del individuo y de la sociedad. En este sentido, la educación rural no es solo un medio para el aprendizaje, sino el camino más pleno hacia la perfección del ser humano, pues permite el desarrollo integral de las personas y la construcción de un país más justo y equitativo. Es esta equidad a la que apuntamos y esta solamente se logra con hechos transformadores y trascendentes que marcan la vida de sus protagonistas.

La educación rural en el Perú: un prejuicio por romper
A menudo, la educación rural es vista desde una perspectiva reduccionista, como aquella que se imparte en comunidades alejadas donde solo trabajan los docentes que no lograron adjudicar una plaza en la ciudad y que toman lo que queda para no quedar desempleados. No obstante, la realidad es muy diferente. De acuerdo con Cueto y León (2012), la educación rural en el Perú está marcada por condiciones geográficas adversas, limitaciones en infraestructura y acceso restringido a recursos educativos. Son estas las principales características que la definen, por ello existen docentes comprometidos que eligen estas zonas no por necesidad laboral, sino por vocación y por el deseo de contribuir al desarrollo de comunidades que históricamente han sido marginadas, transformarlas y empoderarlas.
En la región de Piura, específicamente en la provincia de Morropón, la realidad educativa no dista mucho del contexto nacional. En las escuelas rurales de esta zona, la mayoría de los docentes nombrados han elegido permanecer en estas comunidades, no solo por la estabilidad laboral, sino por un compromiso genuino con la educación de los niños y adolescentes de zonas alejadas. Estos educadores comprenden que las escuelas rurales no siempre cuentan con el mismo respaldo estatal que las instituciones ubicadas en capitales de provincia, y por ello, buscan estrategias innovadoras para fortalecer los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Además, en estas localidades, el respeto hacia el docente es mayor, y el rol del maestro no solo es el de facilitador del conocimiento, sino también el de guía y referente dentro de la comunidad. Las familias muestran una actitud colaborativa y suelen involucrarse más en la educación de sus hijos, lo que permite generar un ambiente propicio para el aprendizaje. Como indica Tovar (2019), el entorno comunitario en la educación rural es un factor determinante en el éxito educativo, ya que cuando hay un fuerte respaldo social, el impacto de la enseñanza es más significativo.
Es en estas comunidades donde se pone en evidencia que un buen docente no es aquel que busca la comodidad, sino aquel que elige el desafío. Numerosos educadores rurales han demostrado su excelencia a través de premios, reconocimientos y metodologías innovadoras, implementando estrategias adaptadas a su contexto y logrando significativos avances en el aprendizaje de sus estudiantes.
La mayoría de los docentes rurales en Perú cuentan con amplia experiencia y formación profesional, y en muchas ocasiones, los directores de estas instituciones son líderes educativos altamente capacitados. Su labor no solo se centra en la gestión administrativa, sino en la motivación y acompañamiento del cuerpo docente, fomentando su participación en proyectos de innovación pedagógica. No obstante, pese a su dedicación, aún existen limitaciones estructurales que afectan su desempeño, como la falta de acceso a programas de capacitación continua y la escasez de materiales educativos actualizados.

Los desafíos y el papel de las ONGs en la educación rural
Uno de los principales retos en la educación rural es la lejanía y el acceso limitado a formación continua, lo que puede afectar la actualización pedagógica de los docentes. En este sentido, los programas impulsados por ONGs y organismos internacionales han jugado un papel clave en la capacitación docente. Estas iniciativas buscan reducir la brecha educativa, proporcionando herramientas y metodologías que permiten a los maestros fortalecer su práctica pedagógica y mejorar la calidad educativa en sus comunidades.
En este contexto, el Programa del Corredor Andino Central a través del Diplomado Investigación e Innovación de la Metodología Educativa (DIIMED) que beneficia a los docentes de los distritos de Yamango, Chalaco y Santo Domingo, que pertenecen a la provincia de Morropón, se presenta como una estrategia concreta para fortalecer las competencias profesionales de los docentes mediante la investigación e implementación de prácticas pedagógicas innovadoras que robustecen labor docente en zonas rurales.
A través de este programa, que lo ejecuta la ONG Fomento de Investigación y Acción para el Desarrollo (FIAD) y la Universidad de Piura, con el financiamiento de la Generalitat Valenciana y la Fundación Mainel, se brinda herramientas conceptuales y metodológicas que permiten a los docentes diseñar, implementar y evaluar estrategias innovadoras con el objetivo de lograr una práctica docente transformadora, enfocada en las necesidades del entorno escolar y alineada con las expectativas de las familias.
La capacitación especializada y acompañamiento pedagógico que brinda este diplomado, permitirán a los docentes diseñar e implementar Proyectos de Innovación Educativa en sus instituciones. Asimismo, facilita el acceso a herramientas steam y estrategias metodológicas que, de otra manera, serían difíciles de adquirir debido a la distancia y las limitaciones tecnológicas de estas comunidades. Por ello, la capacitación docente es fundamental para garantizar una educación de calidad en zonas rurales. Se valoran estas iniciativas y se espera que puedan extenderse a todo el país. La educación rural sigue siendo un desafío, pero con las herramientas adecuadas es posible afrontarlo y obtener resultados positivos. En resumen, la educación rural no solo presenta desafíos, sino también grandes oportunidades. En diversas regiones del país, los docentes han demostrado que, con compromiso y estrategias adecuadas, es posible brindar una educación de calidad, a pesar de las adversidades. Si bien aún existen retos por superar, como la mejora en infraestructura, el acceso a tecnología y la necesidad de formación continua, iniciativas como el Diplomado en Educación Rural que lidera el Programa del Corredor Andino Central representa un paso importante hacia una educación más equitativa e inclusiva. Es fundamental reconocer que la educación rural no es una educación de segunda categoría. Por el contrario, es el bastión oculto de la cultura y el desarrollo, donde la enseñanza sigue siendo un acto de resistencia y transformación social. La clave está en seguir apostando por la innovación, la capacitación y el compromiso de los docentes que, día a día, construyen un futuro mejor para miles de niños y jóvenes en el Perú.